En los últimos días, hemos visto protestas contra ICE (el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU.), particularmente en California. Si bien apoyo firmemente el derecho a la libre expresión, debemos trazar una línea clara entre protestar y destruir. Estas protestas han provocado la destrucción de edificios federales, vehículos policiales y propiedad privada—actos que no tienen cabida en una sociedad civilizada.
Como alguien que emigró de un régimen comunista, entiendo lo que significa dejarlo todo atrás en busca de libertad. Cuando llegas a este hermoso país—los Estados Unidos de América—te abre sus puertas. Y con esa oportunidad viene un deber: respetar sus leyes, seguir sus reglas y nunca intentar destruir la misma nación que te dio la bienvenida. No se paga la libertad quemando la bandera estadounidense. No se honra la oportunidad destruyendo las instituciones que la hicieron posible.
Nadie debe agredir a un agente del orden, ya sea un oficial de policía local o un agente federal. Eso es ilegal y no puede justificarse bajo ninguna circunstancia. Como he dicho antes, creo que la inmigración debe evaluarse caso por caso, con compasión y discernimiento. Pero estoy completamente de acuerdo con el presidente Trump—debemos expulsar a todo terrorista, criminal y enemigo de los Estados Unidos que la administración Biden permitió irresponsablemente entrar. Debemos defender nuestra seguridad nacional con fuerza y determinación.
El caos actual en torno a la inmigración es el resultado directo de las políticas débiles e inconsistentes de la administración Biden. Lo que estamos presenciando no es compasión—es desorden. Y este desorden ha comenzado a perjudicar a los mismos inmigrantes que desean permanecer legalmente en los Estados Unidos.
Nunca debemos permitir que nuestras ciudades sean destruidas, ni dejarnos influenciar por personas que aprovechan estos momentos para promover la violencia y la división. Tristemente, hemos visto a algunos usar esta agitación para quemar la bandera de los Estados Unidos—un símbolo sagrado de libertad, sacrificio y de los mismos derechos que hacen posible protestar. Eso es inaceptable.
Los actos de vandalismo y la profanación de la bandera de nuestra nación nunca deben ser tolerados. Aquellos que utilizan la seguridad nacional como herramienta política partidista están profundamente equivocados. Esto no se trata de izquierda o derecha—se trata de proteger nuestro país, nuestras comunidades y nuestra soberanía. La seguridad nacional nunca debe manipularse con fines políticos. Defender nuestra bandera y la nación que representa es un deber que todos los patriotas deben compartir.
Dariel Fernandez
Recaudador de Impuestos del Condado Miami-Dade